martes, 21 de agosto de 2007

Crónica de quien no se desvistió ante Spencer Tunick en Caracas

Caracas, 19 Mar 2006. ABN (Joaquín Pereira).- La primera sensación que sintió José Luís Camirra al llegar al sitio señalado por el fotógrafo Spencer Tunick para tomar sus conocidas fotos de desnudos masivos en Caracas fue la de haber entrando a un campo de concentración nazi; por eso decidió no desnudarse.

La estructura escogida en esta oportunidad por el artista para hacer frente a ella sus famosas tomas se ubica al extremo de una de las avenidas más emblemáticas de la capital venezolana: La Avenida Bolívar.

Para quienes rondan los treinta años de edad y recuerdan haber visto la comiquita de los Superamigos, el edificio en cuestión es muy similar al llamado salón de la justicia en donde convivían Superman, Batman, la Mujer Maravilla y Acuaman, entre otros superhéroes.

Sólo el ala sur de la estructura está siendo utilizada actualmente por los profesionales del derecho, que en la mañana de este domingo 19 de marzo decidieron cambiar de actividad por un momento y dedicarse al “buceo”, termino con el que los venezolanos denominan el voyeurismo, al fisgonear desde las oficinas a quienes decidieron atreverse a mostrarse sin ropas .

Luego de esperar durante dos horas por el amanecer, el fotógrafo dio la orden de que los modelos voluntarios se desvistieran. Tras algunos segundos de tensión la multitud, ya desnuda, estalló en aplausos y gritos, como en una especie de orgasmo colectivo.

La promesa de que sólo estarían desnudos por quince minutos no se cumplió puesto que el artista decidió cambiar a último momento el ángulo de la foto, el lugar exacto para la pose y la disposición de los participantes. Por más de una hora aquellos “héroes anónimos” tuvieron que aguantar el asfalto bajo sus pies, sus glúteos y sus espaldas a medida que cumplían con las ordenes de Tunick.

Desde las ventanas de las residencias aledañas los caraqueños que se despertaron temprano este domingo no podían creer lo que veían: Una calle sin tráfico y un grupo de nudistas eufóricos.
Uno de los momentos más aplaudidos por la multitud fue cuando dos jóvenes que se reconocieron a la distancia corrieron a encontrarse en el centro de la avenida, abrazándose como Romeo y Julieta.

Esto inspiró a otras personas para realizar paradas de manos, estrellas y giros, mientras los organizadores suplicaban por altavoces que no se movieran para de finalmente capturar la foto.
Contrastando con estas imágenes románticas y alegres estaban las personas que desde los alrededores decidieron usar las cámaras de sus celulares para coleccionar “culos”; o la patética estampa de un hombre que movía violentamente su pene ante las cámaras de los comunicadores sociales que fueron a cubrir el suceso.

Luego de una primera foto con los participantes de pie formando una gran “V” invertida, Tunick tuvo que desistir de la siguiente pose puesto que la multitud no pudo ponerse de acuerdo hacia donde quedaba el sur, dirección a la que deberían apuntar los pies de quienes formaban una multitud acostada.

Improvisando, el artista logró crear la que muy seguramente será la foto que finalmente le dará la vuelta al mundo: Un millar de hombres y mujeres desnudos rodeando a una imponente estatua de Simón Bolívar.

La tercera pose, que el fotógrafo llama de “bolitas”, y que recuerdan a la forma en que los musulmanes oran, consistió en que cada participante se colocara en posición fetal con la frente rozando el suelo.

Cuando por fin acabó esta especie de “tortura” colectiva, un hombre logró superar el cordón de seguridad que separaba a los curiosos de los participantes. Se encontraba igualmente sin ropa.
Pese a que el personal de seguridad quiso detenerlo el aplauso de los asistentes logró disuadirlos dejando que éste alcanzara a la multitud de nudistas que iba ya en retirada.

Su cuerpo no formaría parte de las fotos: Imágenes con una amplia gama de penes, senos y glúteos; cuerpos con diferentes alturas, pesos, tonalidades musculares y defectos físicos.

“Esta experiencia es sólo una muestra de lo que el calendario Maya anuncia para esta época: la comunicación de las almas en libertad, sin barreras”, comentó uno de los participantes que vino desde México para ser fotografiado.

“Algunos piensan que este evento es una inmoralidad”, decía una reportera ante su cámara al culminar su reportaje.

José Luís Camirra se retiró del evento sólo con el autógrafo del reconocido fotógrafo y la promesa de recibir una copia de una de las fotos por haber entregado la planilla de inscripción, aunque no participó.

Cada vez que la vea sentirá una doble sensación: La frustración de no haber superado los temores de mostrar su cuerpo desnudo en público y la satisfacción de no haber sido tratado como parte de un “ganado humano”.


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